sábado, 8 de noviembre de 2014

Exposición de la instalación.

El día Miércoles expuse sobre el color Marrón con mi compañera María José. Y el Viernes expusimos algunos compañeras/os las instalaciones que habíamos hechos. La mía es la siguiente y se llama, Mundo imaginativo.

Mundo imaginativo

Cuando caminas por las calles de cualquier sitio donde exista un poco de actual consumismo y estrés social, podrás observar que por lo menos 5 de cada 10 personas están caminando con el móvil en la mano y los cascos en los oídos.
En especial este fenómeno sucede en la población joven, pero cada día se extiende a más sectores de la población.
Ya no hace falta tener que llegar a casa para escuchar la música que te gusta. La evolución tecnológica a hecho estragos y grandes avances, entre ellos ha creado la manera de convertir la música en un elemento portable.
Da igual donde estés y lo que estés haciendo, si deporte, o en una biblioteca, caminando por la calle o de camino en el metro, bus, coche a tu lugar de destino. Da igual de que tipo de etnia seas, o a que religión pertenezcas, da igual tu género y tu orientación sexual, da igual tu aspecto físico y tu capacidad de inteligencia o física, y últimamente hasta da igual que edad tengas. Ahora todo el mundo puede optar por tener entre sus bienes el tan preciado reproductor de música. Lo han creado según la necesidad del consumidor, es pequeño y fácil de usar, cualquiera lo puede utilizar sin mayor problema. Y lo mejor de todo es que tu mismo puedes crear tu banda sonora mientras vas por ahí.
Ahora y mi real interés en este tema y el motivo de mi pequeña instalación es el siguiente. Me he hecho estas dos preguntas ¿Por qué escuchamos música? ¿Nos da placer esta acción? A raíz de estas dos grandes incógnitas han nacidos otras preguntas como ¿Por qué parecemos seres antisociales cuando nos ponemos los cascos? O mejor aún ¿No será que a partir de esa necesidad de individualismo compartimos más cosas de las que creemos?
Pareciera que cuando nos sumergimos en ese mundo interno de la melodía, todo a nuestro alrededor desaparece, o se ve envuelto con una gama de colores propio, más personal. Con nuestro propio lienzo y nuestra propia paleta de colores, de sensaciones, de sentimientos. Nos envolvemos en otras realidades, pasadas, futuras, presentes, oníricas, reales, abstractas.
Pareciera que cuando conectamos nuestro cerebro con esos sonidos tan nuestros nos vamos de nuestro entorno para evadirnos de esa constante rutina que estamos obligados a vivir.
Nos apartamos, nos desvinculamos con la sociedad, nos hacemos individuos, uno. O eso es lo que parece.
Lo curioso ha surgido cuando me he parado a pensar en esta idea, porque he llegado a la conclusión de que en realidad nos une un hilo conducto mucho más visible y grande del que imaginamos. En realidad esa misma necesidad, ese anhelo, ese placer, ese gozo que nos provoca la música es lo que nos une en esa paradoja utopía individualista. Este concepto nos hace formar parte de un mismo deseo, un deseo colectivo, que es disfrutar de este algo tan simple, como es la música. Nos eleva conjuntamente de la misma manera, nos hace sentir, nos hace compartir estados de ánimo que se repiten en cada individuo de la misma forma. Repetimos patrones sociales en diferentes momentos, pero de igual manera. Esto nos conecta, nos hace ser parte de la misma cuestión, de la misma necesidad, de la misma interacción antisocial.
Ya lo han mencionado varios sociólogos contemporáneos, que dicen que el individuo es porque existe la sociedad y la sociedad existe porque está el individuo. Parece ser que lo particular depende directamente de la totalidad y viceversa. Puede ser que por este motivo ese sentimiento satisfactorio individual lo compartamos a través de la música formando parte de un todo.
Tras toda esta explicación y justificación hacia mi propuesta, he querido plasmar un mundo surrealista, donde están presentes elementos visuales que dan vida a esta interacción. Colores primitivos, vivos, impresionistas, esos que nos dibujan las emociones que emanan desde nuestro ser interno. Cada color tiene una relación directa con cada estado de ánimo. El gris y el negro, representa una parte oscura de ese sentimiento triste, deprimente y sosegado que vive alguien que se encuentra mal. Los colores amarillos y verde, transmite esperanza, vida, nacimiento. El color magenta, al ser un color primario, es un color del que nacen muchos otros, colores vivos que comunican sensaciones positivas, eufóricas, activas, felices. El color azul, es un color que muestra calma, paz, tranquilidad, quietud. Toda esta paleta policromática da vida a todas esas sensaciones que solemos sentir cuando nos dejamos llevar, cuando nos arrastramos a ese mundo cargado de sinfonías, voces, instrumentos que nos liberan a otro espacio-tiempo.
Utilicé una textura de papel de muy poco gramaje para dar una sensación de inmaterialidad. La composición es totalmente asimétrica, no responde a un equilibrio de formas ni de colores ni de estética. Mi intención fue dar libertad a las figuras, a la expresión de las líneas que conformaban los cables de los alambres, etc. También hice mención de la ley de la buena forma de la escuela Gestalt, en una de las figuras recortadas como collage. Jugué con la horizontalidad en ocasiones para expresar pasividad y calma y en otras hice notar la verticalidad de las formas para expresar positivismo, energía, movimiento. La iconicidad es variada, las figuras de plastilina tienen un nivel 4,5 de iconicidad, pero las figuras sacadas de una revista son de nivel 10, totalmente reales. Esta mezcla de iconicidad solo se puede representar en este mundo surrealista, casi onírico que descansa en nuestras mentes a través de la música.
En esta instalación utilicé técnicas mixtas, acrílicos, collage, plastilina, papel de poco gramaje, para dar una sensación de irrealidad del decorado, de inmaterialidad, de inestabilidad, que trasciende del plano principal para fugarse más allá. Cables y auriculares para hablar sobre el tema principal.
Las ondas significan fluidez, constante movimiento que no tiene fin entre las melodías y las sensaciones que creamos. La espiral del extremo izquierdo nos envuelve con todos esos colores en ese mundo donde nace todo.
Los cables pertenecientes a los cascos son todo ese entramado de vidas individuales que se ven envueltas unas con otras por las mismas emociones que nos hacen parte del mismo concepto.
Los pequeños seres de plastilina son los espectadores que intentan entender ese mundo que ellos aún no pueden acceder. Lo miran asombrados, con cierta reticencia e incredulidad, aún les falta mucho por experimentar y abrir sus mentes.
La presentación de la instalación la he hecho en un soporte online y en power point. También he grabado un pequeño vídeo, con audio incluido. La música es una pieza futurista sacada de una versión en youtube.










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