Debo reconocer que no me salió ninguna de las fotos que tomamos en el plató pero hice este ejercicio en casa, y aquí está el resultado.
Sabemos que la luz existe porque existe un objeto en el cual se refleja. Ya que la luz en sí es transparente, y su tonalidad varía según el objeto en el cual se pose, o el color que se ponga por delante de su rayo de luz.
Como también existe la luz existe la sombra, que es la proyección del objeto del cual nace de la luz recibida.
La luz, la sombra y la penumbra van ligadas, ya que un cuerpo sin una sombra no es, y dentro de la sombra residen las tonalidades de grises que crean a la penumbra, esa escena entre la luz y la oscuridad.
El ejemplo que nos ponía María Jesus era el de la sepia que se iluminaba por completo para no proyectar sombra y de esta manera no se la comieran los otros peces más grandes.
No tener sombra se podría decir que es no proyectar luz. Porque la luz proyecta sombra y un objeto que no la tenga es porque o es transparente o no existe.
Un dato curioso e interesante es que las culturas orientales no proyectan la sombra de los objetos en sus obras pictóricas.
Katsushika Hokusai
La cultura occidental hace todo lo contrario, las proyecta porque es algo inherente en el ser occidental, su existencia corpórea y su sombra.
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